El Correo de Burgos. Fue una victoria rápida, pero no una tarde cómoda para el Universidad de Burgos. Poco importa si estuvo mejor o peor. Lo importante es que el conjunto burgalés llega al parón navideño con la tranquilidad y el orgullo de cerrar la primera vuelta de la competición en el segundo puesto. Cantur evidenció en su visita a El Plantío que cualquier tiempo pasado fue mejor, incapaz de hincar el diente al cuadro burgalés a pesar de que éste no tuvo su mejor día.
Tampoco necesitaron las verdinegras de su mejor juego para salir airosas del trance. Las de José Miguel supieron administrar las ventajas disfrutadas y remontar el complicado tercer set que parecía iba a caer del lado insular. Lejos de su mejor nivel, las locales fueron superiores a su rival, más sólidas en los momentos decisivos, más contundentes cuando las circunstancias así lo requerían.
La derrota sufrida entre semana en Haro obligaba al UBU a echar el resto para cerrar el año con un buen sabor de boca, conscientes de que el Cantur, aunque ya no es tan fiero como antaño, aún guarda en la manga algún as que puede complicar el día al más pintado.
Las verdinegras demostraron de inicio su intención de resolver la papeleta sin sobresaltos. En un visto y no visto las de Pérez adquirieron una renta de tres puntos (8-5) que las dejaba cierto margen para maniobrar, si bien el partido no dio para muchos excesos en el bando local. Jenkins mantuvo siempre a las suyas con opciones (18-18), a pesar de que las de El Plantío se las prometían muy felices con el momentáneo 16-11 a su favor. Sin la continuidad deseada en su juego, el UBU, al menos, no perdió la compostura y se amparó en el brazo ejecutor de Soraya Santos para salir del atolladero en el que se había metido. La brasileña tiró del carro para acabar con las esperanzas de un Cantur derretido cada vez que el sol apretaba con fuerza. La 14 lideró la reacción castellana hasta firmar el 25-20 definitivo.
Ni siquiera el 1-0 hizo que el UBU se soltara la melena, obligado a responder tras el 2-4 de inicio de las insulares. Las verdinegras cortaron de raíz esta situación y en el primer tiempo técnico la ventaja era castellana (8-6). La renta burgalesa, aunque corta, se estabilizó en un intercambio de aciertos y errores que acercaban al equipo de José Miguel Pérez a su objetivo, siempre mirando de reojo por el retrovisor a un rival que, si bien parecía derrotado con el 21-17, mantuvo la línea positiva que le llevó a estrechar el electrónico hasta el 22-21. Otra vez, el UBU se metía en más apuros de los esperados, pero un tiempo muerto de Pérez dio alas a las suyas, capaces de remontar el vuelo para completar tras acción de Garrido el 25-22 que ponía contra las cuerdas al Cantur.
Sólo un paso separaba al combinado burgalés de su meta. El más complicado, ya que el mal inicio del segundo set tuvo continuidad en el tercero con un 1-5 que aportaba una emoción innecesaria al envite. El UBU estaba desenchufado. Ni el tiempo técnico ni el parón solicitado por el técnico cambió la dinámica de esta manga (3-8). A partir de ese instante, las locales intentaron salir de la espiral de relajación en la que se encontraban. No resultó sencillo cambiar de cero a 100. Lo bueno es que ni siquiera hacía falta para finiquitar el asunto. Cantur no estaba para proezas. Un puntito más de agresividad hizo que las verdinegras frenaran la dinámica y comenzaran a limar la desventaja. Poco a poco, las revoluciones subían a medida que las insulares bajaban los brazos. La inercia volvía a ser ganadora ante un rival incapaz de apretar los dientes y aferrarse al fino hilo que le mantenía con vida. Una vez el UBU igualó a 20, las visitantes desaparecieron. Cómodo sprint final para un equipo burgalés sabedor de que no se iba a escapar la alegría. Feliz Navidad la que le espera a un UBU en lo más alto por méritos propios. Aunque no siempre se puede jugar bien.